- El Primer Secreto.
En el artículo
“SI ES GUITARRISTA SEPA COMO ARMAR UNA LESIÓN MUSCULAR”, el objetivo fue
proporcionar una pequeña guía práctica para
aquellos guitarristas, que por una u otra razón, desearan armar una
lesión funcional.
En “EL SECRETO DE
UNA MECÁNICA DISFUNCIONAL - El Primer Secreto”, el propósito es ahondar en una
etapa previa: la construcción y
mantenimiento de una mecánica de esfuerzo, base de toda lesión funcional.
Esta pequeña guía de trabajo, aplicada con dedicación y
responsabilidad, no solo le posibilitará conseguir su lesión funcional en un
futuro, sino que también le regalará pérdidas y frustraciones en el aprendizaje cotidiano de la guitarra.
Lo dirijo a aquellos estudiantes para los cuales tocar la
guitarra ya es un hecho inevitable. No
pierdan la esperanza. Armar una mecánica disfuncional es un trabajo que está al
alcance de todos.
Cuando la mecánica corporal global del guitarrista es funcional, los
movimientos que realiza durante la ejecución operan a favor de las leyes de
funcionamiento del cuerpo y no en oposición a las mismas. Son movimientos
integrados, más sencillos de hacer, de aprender y de automatizar.
Esta mecánica tiene las siguientes
características:
Equilibrio: está dado
por la postura o sistema de posturas utilizadas por el guitarrista que le
permiten actuar sin tensión manteniendo su cuerpo y la guitarra en continua
correspondencia dinámica durante la ejecución musical.
Economía: es la
utilización de los movimientos más fáciles con el mínimo esfuerzo y el mayor rendimiento. Para que
haya economía debe existir una relación dinámica “trabajo-descanso” en cada
acción.
Bienestar: es el estado
de salud del cuerpo. Si no hay equilibrio y economía se pierde la comodidad y
el bienestar.
La Técnica es entonces
el entrenamiento o práctica que se realiza de forma organizada, (sobre una
mecánica global previamente anclada), y con una finalidad musical.
Cuando la mecánica corporal global del guitarrista es
disfuncional, el entrenamiento hecho sobre la misma produce, sobreesfuerzo,
fatiga muscular, baja del rendimiento técnico-musical y pérdida de bienestar,
debido al exceso de fricción.
Se hace
difícil en este punto conservar la concentración musical. La incomodidad genera
la incertidumbre necesaria para
convertirse en centro de atención exclusiva durante la interpretación musical.
Donde haya dolor o incomodidad, habrá eso. Y ”eso” ocupará el “ahora” de la
música.
Por lo tanto
si usted logra construir una mecánica disfuncional, no solo facilitará una
futura lesión, sino que mucho antes podrá alejarse del deseo que lo llevó a
estudiar la guitarra es decir: “la música”, la misma que se empeña en sonar
solo aquí y ahora.
Para poder
mantener una mecánica disfuncional necesitará también implementar algunas
formas de pensamiento:
Niegue cualquier
relación posible entre su mecánica y los resultados musicales obtenidos.
Defienda lo que hace
hasta sus últimas consecuencias, no importa aquí si es incómodo, inoperante o
pone su salud en riesgo.
Convierta su
metodología actual de estudio en una religión. La “fe”no se cuestiona. Se cree.
Piense que cualquier
cambio es “terrible”, “imposible”
e “inútil”.
Un ejemplo:
Mengano se
levanta una mañana, se ata una soga a las rodillas, (él no sabe porqué), y decide empezar una rutina diaria y
progresiva de caminatas. Por incómoda que le resulte la situación, es probable
que con el entrenamiento paulatino logre recorrer distancias mayores en lapsos menores, superando sus propias
marcas, al menos durante un tiempo.
Luego de este
período inicial comenzarán a aparecer molestias difíciles de sobrellevar,
(contracturas, dolores, tensiones), que lentamente empezarán a dificultar la
actividad elegida por Mengano. Molestias comunes cuando se somete el sistema
músculo-esquelético a esfuerzos excesivos.
Puede que le
duela la espalda , hombros, cuello, o cualquier parte de su cuerpo, no
necesariamente cercana a las rodilla.
Esta idea de
que el cuerpo se acostumbra a todo no siempre se cumple. Si así fuera no
existirían tantos “Menganos” que se ven obligados a dejar sus caminatas, a
pesar de “lo bien que le hacía el aire libre”.
De igual forma
que Mengano pudo construir una mecánica disfuncional para realizar una tarea
relativamente sencilla como “caminar”, imagine usted qué fácil será armar una
mecánica disfuncional para una actividad bastante más complicada como “tocar la
guitarra.”
Igual no se
desilusione que el camino no es tan simple. Muchas cuestiones tuvo que
desoír Mengano para poder continuar
hasta las ultimas consecuencias. Y si
quiere armar una mecánica disfuncional y llegar hasta el final, (como en
el ejemplo), tendrá que hacer más aún.
De usted depende.
Apliquemos
ahora este modelo de construcción a tres temas fundamentales en la formación de
una mecánica disfuncional:
TEMA A: La postura
TEMA B: La mano izquierda
TEMA C: La mano derecha
LA POSTURA
Piense: -¿
cómo se arma inicialmente una postura, que luego se mantendrá por años?-.
Remóntese a sus comienzos.
Con sinceridad:-
¿A alguien le importa “la postura” cuando está empezando a tocar la guitarra?-.
El interés,
suele pasar por otro lado. Usted lo que quiere es “tocar”, que suene y en la
medida de lo posible “acertarle a la mayor cantidad de notas que pueda”.
(Aclaro aquí que si logra armar una
mecánica disfuncional, este último deseo lo acompañará el resto de su carrera y
se convertirá en su principal foco de atención).
Es
improbable en el inicio del aprendizaje
percibir al propio cuerpo, en su totalidad, como el primer y más importante de
los instrumentos que se posee. Los dedos, la guitarra y en algunos casos la
partitura ocupan el centro de atención.
Pero ya ha
pasado algún tiempo de estudio y el lógico descuido inicial empieza a producir
sus “costos”. Suele ocurrir que
nuestros actos producen consecuencias, aunque a veces no lo sospechemos.
Si Mengano lo hubiera hecho podría haber cuestionado el uso de la soga
en sus rodillas. Pero estaba preocupado por caminar y no se le ocurrió.
Es entonces
que un lunes cualquiera usted se halla sentado de una determinada manera, y
además acostumbrado. Manera no
razonada, ni razonable necesariamente, pero automatizada al fin. Su manera ya
es un hábito y como tal, no se cuestiona. Solo se repite.
Pero este “inocente” hábito empieza a producirle
molestias.(igualito que en el ejemplo). Desorganizadas al principio,
incomprensibles, sutiles, pero molestias al fin.
Va usted muy bien. Ya está perdiendo
el bienestar de los primeros tiempos. Pronto el entusiasmo se convertirá en
preocupación. Es este el mejor
indicador de que algo no funciona en su mecánica.
¿Qué
puede hacer en este momento?
¿Cuestionar la postura que viene
usando hace tantos años?
¿Sospechar que la misma no le sirve en
la actualidad?
¿Relacionarla con los resultados
musicales que obtiene?
NO. LO mejor es aferrarse fuertemente a las viejas
soluciones. Esto lo aliviará de lo engorroso de elegir, le permitirá repetir
sin cuestionamientos y fundamentalmente lo mantendrá tranquilo mientras avanza
hacia su objetivo.
Atribuya todo
a cuestiones circunstanciales y en lo posible periféricas.
Nunca
se le ocurra mirarse al espejo mientras toca la guitarra. Puede que
descubra:
que su columna
está torcida, mal apoyada, rotada y/o no mantiene un buen ángulo en relación
a su cadera.
que su forma de
sentarse no parece mostrarlo descansado y apoyado.
que los ángulos
que forman sus piernas no son los más cómodos para que la guitarra se mantenga estable, y menos aún en
movimiento.
que la altura de
la silla, o la relación de esta con el banquito no se corresponden.
que su guitarra
parece para otro talle, aunque suene hermosa
que la colocación
de la guitarra no favorece el libre accionar de sus manos.
que sus hombros
no se alinean de forma equilibrada.
que
su
espalda hace fuerza para sostenerlo.
que su cuello no
se ve relajado.
En resumen,
ese espejo podría reflejarlo: tenso, torcido,
sin resto y esforzado. Sin dudas
no luce usted tan bien como sus
guitarristas preferidos.
Si esta lista
lo dejó pensativo, le aconsejo concentrarse en uno de los puntos,
y no darle importancia al resto. Es un buen momento para cambiar la
guitarra. ¿no le parece?.
No se le
ocurra registrar como se siente mientras toca. Sentir no es conveniente en este
caso en particular. Piense que tocar la guitarra implica, una larga lista de padecimientos que pueden desaparecer o no. Y continúe tal cual
estaba. Total por ahora no es una molestia insoportable y además las falencias
mecánicas se solucionan estudiando más horas de técnica. No importa si esas
horas rinden o no. Lo importante es sentir la satisfacción del esfuerzo
cumplido.
Pregúntele a
todos los guitarristas que admira cuantas horas estudian y suponga que
estudiando más va a tocar mejor que ellos.
Y si descubre
que su postura es incómoda, y no puede
evitar la tentación de probar otra posibilidad, puede repetirse:
- entonces todo lo que hice hasta
ahora esta mal.
- tendría que haberme dado cuenta
antes.
- todo lo que estudié no sirve para
nada.
- tengo que empezar todo de nuevo.
- no voy a poder, es muy difícil.
Fíjese que con cinco frases solamente, usted queda
deprimido y paralizado. Esto es alto rendimiento.
Una vez que decidió mantener la misma postura y abrazar
la incomodidad como su
compañera de recorrido:- ¡Felicitaciones!-. Ya tiene hecho la mayor
parte del camino hacia la afirmación de una mecánica disfuncional.
Repítase a sí mismo: “la guitarra es un instrumento
ingrato”
En resumen no es este el momento
propicio para cuestionar la conveniencia de conservar “las rodillas atadas”.
LA MANO IZQUIERDA
Quiero
recordar aquí que su cuerpo funciona como un Sistema, (aún cuando usted está
tocando la guitarra),y por lo tanto tiene propiedades sistémicas, es decir que
cualquier estímulo que modifique uno de sus elementos, producirá alteraciones
en el resto.
Por lo tanto
la mano izquierda es un elemento más del sistema, y no puede funcionar
independiente del mismo. Es un eslabón
más de una cadena muscular que termina en los dedos.
De acuerdo a esto
y teniendo en cuenta que su objetivo es generar una mecánica disfuncional para
su mano izquierda, le puedo asegurar que si pudo armar y mantener una postura
incómoda, ya tiene gran parte del trabajo hecho.
Remóntese una
vez más a sus inicios con la guitarra.
Alguna vez se
le ocurrió pensar:- ¿Por qué todos empezamos a aprender a tocar la guitarra en
la primera posición?-. Lugar incómodo como pocos, que exige la mayor elongación
para los dedos, la muñeca y el brazo.
Hay muchas respuestas a esta pregunta. Pero ninguna que
argumente que la razón es “la
facilitación progresiva de una mecánica funcional”.
Cuando el aprendizaje no es progresivo genera tensiones
que se hacen crónicas y con el tiempo
llevan a la falta de rendimiento técnico-musical facilitando la formación de lesiones.
Estas tensiones suelen ser “engañosas” para el estudiante
ya que las considera parte del proceso, supone que con el tiempo y la práctica
van a desaparecer y se acostumbra
paulatinamente a la incomodidad.
Pero como dice una extensión de la ley de Murphy: “nada es
tan malo nunca como para que no pueda empeorar”.
Si su postura no posee el equilibrio que necesita es lógico
pensar que la guitarra tampoco lo tendrá, ni su columna, ni su hombro
izquierdo.
Es factible entonces suponer que el ángulo que forma el
brazo y el tronco, estará también ubicado de acuerdo a la postura de su
columna, (esa que a veces le molesta).
¿Qué otra alternativa le queda a su antebrazo que seguir esta línea
vertical de organización y acomodarse como puede?, que no será seguramente como
más convenga.
Y aquí aparece la muñeca, fuente de grandes desventuras
musculares, cuya curvatura en este estado de cosas estará alejada de aquella en la que trabaja con mayor facilidad y en cambio se
verá forzada a adquirir posiciones extrañas a su función, con el único objetivo
de que sus dedos lleguen al ansiado mástil.
Finalmente ha llegado a su mano izquierda, la cual ya
estará presentando signos de dificultad. Qué otra cosa podría hacer a esta
altura del recorrido.
Le doy algunos ejemplos de los problemas más frecuentes
en la mano izquierda y posibles
soluciones para lograr su objetivo.
Ante cualquier dificultad mecánica que aparezca evite
verse a sí mismo como una totalidad y en cambio ataque con persistencia el
síntoma. Resista y persistirá.
Problema: Su pulgar
“presiona con fuerza”, se cansa, duele y la fuerza no alcanza para que los sonidos sean claros y precisos.
Usted podría
pensar que el pulgar no puede dejar de apretar porque está ubicado de forma tal
que no le queda otra cosa que hacer, que lo que sabe hacer: o sea puesto en ese
lugar “debe presionar”. De esto podría inferir que necesita revisar su
colocación y modificarla. Pero esto lo llevaría a pensar en su muñeca,
antebrazo, brazo, hombro y en el resto
también.
Ni se le
ocurra. ¿ Acaso no lo cansó este párrafo?.
Solución: Deje su
pulgar donde estaba y ordénele que no presione. Esto lo va a mantener entretenido
un tiempo largo y además no logrará resultados duraderos.
En cuanto se
distraiga su pulgar volverá a hacer lo único que puede hacer en esa posición o
sea presionar. Y usted habrá cosechado otro éxito.
Problema: Sus dedos
funcionan lentos, pesados, imprecisos, tensos. Cuesta hacer traslados veloces.
Será que su
mano izquierda está trabajando en exceso y sola, como si no tuviera una muñeca,
un antebrazo, un brazo, un hombro y un cuerpo con el cual repartir la tarea.
Quizás la curvatura de sus dedos no sea
la adecuada para que trabajen relajados.
Con tanto
esfuerzo no puede pretender una mano
izquierda rápida y flexible, o sea
que puede empezar a despedirse
de la velocidad. No hay velocidad ni resistencia sin relajación.
Solución: Suponga que
es cuestión de tiempo. Estudie más técnica y repita las mismas rutinas
diariamente. Pocas prácticas son más efectivas para empeorar el estado de su
mecánica. En poco tiempo podrá ver los resultados.
Problema: Le
cuestan las extensiones, sus dedos acumulan tensión, no llega a tiempo.
Podría pensar
que su mano funciona tensa. Es posible que pretenda estirar sus dedos desde el
lugar equivocado, esforzando los músculos y las articulaciones más débiles y
tornando lentos sus movimientos. Esto lo llevaría a pensar en la colocación de
la muñeca, (que facilita o entorpece los estiramientos), cómo ubica el
antebrazo y el ángulo del mismo con respecto al brazo. En fin, si recorre
siempre el mismo camino, seguramente llegará al mismo lugar, y terminará preguntándose ¿ Existirá una manera más
sencilla de hacer extensiones?
Y de ahí a ¿No
habrá una manera más lógica de tocar la guitarra? hay un solo paso. No lo dé.
Solución: una semana de
vacaciones y mucha distracción.
A la vuelta empiece una rutina diaria
con ejercicios de extensión (laterales y
transversales). No olvide empezar por la primera posición y detenerse lo
más que pueda en la misma. Conviene insistir mucho en la (1) y (2) cuerda.
Problema:
No suenan las cejillas.
Por más que
aprieta y aprieta con el pulgar y el índice no obtiene resultados. Ya no le
alcanza con apoyar el dedo 2 sobre el 1, para ayudarlo a hacer más fuerza.
Dentro de poco necesitará usar el 3 también. En breve va a necesitar dedos de
repuesto. Pero....... ¿¿¿¿¿ Cuántos
?????
Además ya le
empieza a doler el pulgar y la muñeca. Va bien. Evite pensar en los siguientes
puntos:
-que la ceja es tan solo una forma
particular de accionar con el dedo 1. Y que por lo tanto necesita estar
flexible, (el dedo).
-que el pulgar no presiona sino que
sostiene,(la mano, no la guitarra).
-que el buen resultado de la ceja
depende de la colocación de la mano, la muñeca, el antebrazo, etc...etc..etc,
(usted ya sabe).
-que no es cuestión de fuerza.
Solución: haga más
fuerza, consiga dedos de repuesto y mantenga la soga ajustada a sus
rodillas.
LA MANO DERECHA
El tema es tan
amplio que merecería un artículo propio y es posible que lo tenga. Ruego no lo
tomen como una amenaza.
La mano
derecha es la que realiza los movimientos más sutiles, pequeños y de alta
precisión. La que proporciona las
lesiones más complicadas de revertir. Inclusive porque no necesariamente avisan
con dolor.
Para que la
mano derecha accione con comodidad, la colocación de toda la cadena muscular
que la incluye debe ser funcional.
Si toda producción sonora humana es el resultado de un movimiento, sea
este del aparato fonatorio, o de la acción sobre un fono productor; su sonido
no escapa a esta regla. También es el resultado de un movimiento global que usted
realiza.
Podemos deducir que la postura general
del cuerpo durante la ejecución es la que condiciona la ubicación de su
guitarra, y obviamente la posición del brazo derecho, antebrazo, muñeca y mano,
y con esto también influye directamente en el accionar de sus dedos. Es decir
lo mismo que para la izquierda pero más complicado, lo cual resulta de por sí
muy alentador.
A esta altura
del artículo podría usted caer en la
sospecha de que somos una totalidad y como tal funcionamos.
Resístase. Piense mejor que funcionamos como
compartimentos estancos e independientes, ( igualito al Titanic ). ¿Qué puede
tener que ver su columna con su mano derecha?
Nada. Su columna es su columna, su mano derecha es su mano
derecha. La vida es estática al igual que el tiempo y la música. Y además somos
el centro del sistema solar.
Los problemas más frecuentes que manifiestan los
estudiantes son:
Problema: Poco
volumen, (menos aún en velocidad), poco rango.
¿Será que su
posición no es funcional y usa “fuerza” en vez de “peso”? NO. Definitivamente NO.
Solución: haga
ejercicios con pesas para sus dedos. Existen unos tensores para los dedos con
los que puede lograr en poco tiempo más fuerza, y perder flexibilidad,
velocidad y precisión en un solo trámite.
Problema: Cuando
toca fuerte con su mano derecha su mano
izquierda se tensa y presiona excesivamente.
Parece
evidente que alguna relación hay entre ambas. Podría ser que su sonido sea al
menos la resultante del accionar de ambas manos. Y de esto a pensar que sus
manos también se relacionan con el accionar global de su cuerpo es un solo
trámite.
Solución: si usted se
mete en un razonamiento de este tipo le será difícil rebatirlo. Por lo tanto
elimínelo de su cabeza. Aplique el principio bíblico: “que tu mano izquierda no
sepa lo que hace tu mano derecha”. Interprételo como más le convenga y
aplíquelo a este ejemplo.
Problema: Imprecisión,
sonido sucio y entrecortado, ausencia de legatto.
Parece
probable que el ángulo de ataque no sea el adecuado. Quizás esto se relaciona con el lugar o falange
desde donde acciona sus dedos. O también es posible que el ángulo de su muñeca
no permita el libre accionar de todos los dedos por igual. Para que reflexionar
aquí en la posible relación de su sonido con el ángulo que forman brazo y
antebrazo.
Solución: olvide todo
esto y pruebe distintos limados de uña. Para qué complicarse con el resto de
usted. En última instancia las uñas son suyas y además intervienen en la calidad de su sonido. Qué mejor en
este caso que ponerlas como única causa de sus desventuras sonoras.
Problema: Falta de
velocidad.
Qué
tentación relacionar la falta de
velocidad con: tensión excesiva y poca flexibilidad.
Realmente
suena lógico pensar, (y cualquier deportista lo haría), que un cuerpo flexible
y relajado tiene mayor velocidad. (¿O acaso es habitual ver
físico-culturistas haciendo movimientos rápidos, livianos y flexibles?).
Solución: no es
aconsejable pensar tanto. Además usted no es deportista y su quehacer no tiene
nada que ver con su cuerpo. Mejor use el metrónomo y sin modificar nada: repita
y repita ejercicios de velocidad. Entrenar sobre la “tensión” permite que esta
se incremente con el tiempo. Luego de
las primeras semanas, donde puede alarmarse porque logra velocidad, y si no se
acobarda en este punto y continúa entrenando de la misma manera, en poco tiempo
podrá notar con satisfacción que comienza a estancarse, y cada vez se siente
más tenso, más lento y más cansado. Las estadísticas indican que las lesiones
se desencadenan luego de períodos de intensa práctica sobre un sistema
esforzado. Así que tiene todas a su favor. Continúe entrenando.
Problema: Arpegios
galopados, acordes desparejos.
Mire, uno
podría observar que si su mecánica es funcional en cada movimiento de sus dedos
hay una etapa de trabajo y una de descanso. Es decir que no se descansa entre
obra y obra , sino entre movimiento y movimiento (de su cuerpo, no de la obra).
Esta dinámica
entre trabajo y descanso permite
aumentar la velocidad, la resistencia y la repentización de la mano, (siempre
que la misma esté colocada funcionalmente). Y usted seguramente utiliza este
mecanismo en otras tareas de su vida con total espontaneidad y sin saberlo.
Solución: Con
honestidad ¿ no se aburrió con tanta deducción?. Resulta tentador
suponer que es más fácil hacer movimientos descansados. Pero si usted llegó
hasta aquí no se va a meter en
“tentaciones” inconducentes. Ya está a un paso de su meta.
Aplique aquí
el mismo criterio que para el punto anterior y continúe entrenando.
Problema: Su dedo
meñique tiene vida propia. Se encoge o se estira más allá de su voluntad.
Nada más
sencillo de suponer aquí que su meñique (que debiera no trabajar), está
indicando “algo” respecto del accionar de los demás dedos, (por ejemplo exceso
de tensión), o de la colocación de su mano y muñeca. Recuerde además que mano y
muñeca forman parte de un sistema-cuerpo.
-¿quizás la
excesiva tensión de su mano se refleja en el movimiento involuntario y tenso de
su dedo?
-¿quizás solo sea un síntoma que habla de otra cosa?, ¿
una señal de alerta que le avisa que algo en su mecánica no funciona bien?.
Se está
metiendo en un laberinto.
Solución:
no
es tiempo de detenerse en un dedo que ni siquiera trabaja, casi como que no
pertenece a su mano y menos a su cuerpo.
Piense que padece de “meñique rebelde”
. Átelo al anular, enyéselo o ignórelo, pero siga. Este es el momento justo
para incrementar el tiempo de las
caminatas.
FINAL
¿ Recuerda que
le mencioné, (un tanto insistentemente, mis disculpas), que funcionamos como un
sistema?
Bueno, si lo
recuerda aún, es hora de que lo olvide.
Como podrá
comprobar, si bien cualquier persona está en condiciones de producir su
mecánica disfuncional, hay que trabajar duro para lograrla y mantenerla hasta
las últimas consecuencias. Es necesario aguantar las molestias, sostener la
actitud y hacer caso omiso a sus
propias preguntas.
Es probable
que Mengano haya pensado cosas como:”por qué me até la soguita” “podría
soltarla y probar”, “parece bastante lógico caminar con las rodillas libres”, “
probar no cuesta nada”.
Y seguramente
se respondió con:”modificar algo es complicado”, “haciendo lo que hice tuve
mis resultados”,” para que cambiar ahora”,”es demasiado riesgoso”.....
Sin dudas, el
logró develar el primer secreto.
Seguramente ya
lo habrá logrado usted también.
Mientras vaya
armando su mecánica disfuncional esté
atento a las señales o síntomas que aparezcan para poder disimularlos con
elegancia y seguir adelante.
Por ejemplo:
Si no funciona alguno de sus dedos, disimule y digite con otros. Si sus
escalas no son veloces, disimule y haga escalas ligadas. Si sus arpegios
están desparejos, disimule y busque obras sin arpegios y si no termina
de resolver ninguna obra, disimule y empiece otra.
Y si le
llegara a pasar todo junto, puede quedarse tranquilo y no disimular más, porque
ha logrado su objetivo. ¡Felicitaciones!
Es usted dueño
de una mecánica disfuncional para tocar la guitarra.
Muchos
suponen la existencia de una relación entre la mecánica utilizada y la
interpretación musical obtenida.
Algunos
creen que aprender a conocer y manejar el funcionamiento de su cuerpo en tareas
que lo involucran ayuda a obtener mejores resultados.
Otros
sostienen la existencia de caminos menos sinuosos para resolver los mismos
problemas de siempre.
Hay
quienes padecen una irremediable curiosidad por intentar ver lo obvio.
LILIANA ARDISSONE
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